Y... ¿Por qué no hacemos algo en el salón?
¿Cuánto dinero dedicas al año a mantener tu coche, y cuánto dedicas a mantener tu casa? ¿Cuánto tiempo, atención, cariño… les dedicas a cada uno?
¿Por qué llevamos el coche al taller por un pequeño raspón, o porqué somos tan exigentes al ir a un restaurante o a una tienda, y al llegar a nuestra propia casa nos conformamos con cualquier cosa?
Kahn decía que la casa es el lugar donde se tienen que hacer realidad nuestros sueños y aspiraciones. Y Goethe que para conocer a la gente hay que ir a su casa.
Nos encontramos muchas veces con clientes que al plantearse la reforma de SU casa, piensan en tener la casa en la que vivían sus padres. Pero hoy no vivimos de la misma forma en la que vivían nuestros padres. No tenemos que empezar pensando qué aspecto tiene que tener nuestra casa, adaptándonos a una distribución existente (ejecutada de acuerdo a la forma de vida de –por ejemplo- los años 50), y mezclándolo con una foto de una cocina americana sacada de Instagram…
Tenemos que tener muy claro QUÉ queremos (y qué tenemos), y luego ya pasar al CÓMO lo hacemos.
Pequeñas intervenciones como abrir un hueco en un tabique permitiendo que llegue luz natural a un pasillo oscuro, unir espacios con grandes puertas correderas en vez de con “la típica puerta”, separar la cocina con vidrio… o simplemente convertir una pared en una estantería adaptada a nuestras necesidades, son intervenciones controladas que, con poco dinero, pueden hacer que cuando llegues a tu casa te sientas como en un Rolls Royce.